La afición del Celta se echa las manos a la cabeza. Sí, parece mentira. Brais Méndez cambió Vigo por Donosti por 15 millones de euros. Alguno aún se lamenta cuando ve al canterano del Celta deleitar a su afición en las grandes noches europeas. Era uno de los nuestros y se terminó marchando por una cantidad irrisoria. Imanol y la Real Sociedad le están aportando esa confianza y cariño que por momentos tanto añoró en Vigo.
La culpa será de Luis Campos, Carlos Mouriño o Antonio Chaves. No conviene generalizar, pero la “culpa” de la salida de Brais también es de ese sector, no sé si debería decir afición, que se dedicó a pitar al jugador cada vez que pisaba el verde de Balaídos.
Con muy pocos canteranos se ha sido tan injusto como con Brais Méndez. El rendimiento del mediapunta fue pobre en muchas fases de sus años en Vigo, pero las críticas recibidas fueron demasiado duras, inmerecidas. Era un sector minoritario, pero los silbidos hacia el “23” del Celta se escuchaban con frecuencia en Balaídos. El jugador llegó al punto de desactivar los comentarios en redes sociales. Iago Aspas salió a defender a su compañero de equipo en varias ocasiones.
Brais siempre fue un talento peculiar, especial. Un mediapunta de los que ya no quedan. El vivo ejemplo de que para que un canterano explote no sólo se necesita el fútbol, eso a Brais siempre le sobró. A veces hay jugadores que también necesitan cariño, confianza, calor. El “Chacho” Coudet le devolvió la confianza y el mensaje de que era un jugador importante, sólo tenía que creer en él. A partir de ahí todo fluyó. Ahora el aficionado del Celta se conforma con ver a Brais por televisión en las grandes noches europeas, viendo cómo se ha convertido en un jugador diferencial y siendo clave en uno de los mejores equipos de la liga.
Algunos de los que ayer pitaban a Brais Méndez sistemáticamente en Balaídos, hoy se llevan las manos a la cabeza. Quizás sólo necesitaba algo de confianza y cariño para demostrar el fútbol que tenía dentro. Con muy pocos canteranos se fue tan injusto como con Brais Méndez. Vuelta alto, perla.