Los veinte mil asistentes que llenaban hoy las gradas de Son Moix han explotado de felicidad al término del encuentro en el Nuevo Mirandilla. Y no, no me he equivocado, han leído perfectamente, y es que una vez finalizado el encuentro en el que los locales únicamente han podido obtener un punto y gracias frente al Almería, tanto los jugadores sobre el césped como los espectadores en la grada aguardaban mirando sus teléfonos móviles expectantes ante lo que acontecía en el largo descuento concedido en el Cádiz Las Palmas.
Y tras la confirmación del resultado final de empate en tierras gaditanas, todos los presentes en las gradas del coliseo mallorquín explotaron de júbilo ante la confirmación matemática de su permanencia un año más en la máxima categoría una permanencia que como bien anticipó en la previa de la final copera su técnico Javier Aguirre aún habría que pelearla. Y tanto que lo han hecho lo han conseguido con solo una jornada de antelación y no habría sido así si el Cádiz hubiera ganado su partido.
El encuentro comenzó con un conjunto local con un planteamiento más ofensivo de lo que acostumbra, y con un Almería que liberado depresión conllevaba cierto peligro en sus ataques. Sin embargo las mejores ocasiones caían del lado local y sería así cuando a la salida de un córner y tras un toque de cabeza en el primer palo el canadiense Larin embocaba en el área pequeña para adelantar a su equipo. Parecía que con el gol llegaba la tranquilidad a la parroquia local pero nada más lejos de la realidad y es que antes del descanso Sergio Arribas empataba el partido, poniendo las tablas con las que se llegaría al descanso.
Tras la reanudación, el Mallorca regresó al campo de la misma forma que había comenzado el partido, sin embargo y a pesar de las claras ocasiones el gol no terminaba de llegar. Y no solo el gol local no terminaría de llegar sino que el pánico se comenzaría a desatar en Son Moix tras el golazo de Bruno Langa con el que de forma sorprendente adelantaba al colista, y declaraba el estado de emergencia en la isla. El técnico mexicano Javier Aguirre que hoy dirigía su último partido como local con el Mallorca introdujo sabia nueva en el terreno de juego y las ocasiones se sucedieron una y otra vez en la meta hoy defendida por Fernando hasta que al final cuando el reloj comenzaba a acercarse peligrosamente al noventa aparecería la genialidad de la noche obra del ídolo local Sergi Darder, quien con un gran control y un majestuoso disparo con el exterior ponía de nuevo las tablas en el marcador y certificaba momentáneamente la salvación de su equipo. Y tras el pitido final como han leído anteriormente la tensa espera y la felicidad posterior tras la consecución del objetivo que aunque logrado con sufrimiento no puede empañar una temporada en la que a punto han estado de conquistar un título.
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