Todo o nada. Ucrania y Bélgica, con el Mercedes-Benz Arena como testigo, se jugaban mucho más que tres puntos, pues el premio al triunfador llevaba forma de billete y daba acceso a octavos de final. Esa siguiente fase de la competición en la que todas las selecciones quieren estar presentes, pero que las matemáticas y los espacios reducen al alcance de unas pocas. De partida, Bélgica tenía más papeletas de lograr esa clasificación que Ucrania solo podía asegurarse de una manera, ganando. Así que en ese fino límite en el que un triunfo y una derrota puede cambiar tanto el futuro, Ucrania y Bélgica se medían para cerrar la fase de grupos.
Primera parte
Con ese colchón de oxígeno en el bolsillo, lo mejor que podía hacer Bélgica era controlar el encuentro y evitar que Ucrania hiciese tambalear los cimientos de la clasificación belga. De ahí que los de Domenico Tedesco salieran con una agresividad menor a la expuesta ante Rumanía, donde la necesidad sí obligaba a imponer un ritmo mayor. Una propuesta de juego, la implementada ante Ucrania, que conllevaba a su vez el riesgo de que un gol ucraniano pusiera todo patas arriba. Un peligro que, por lo visto sobre el césped, Bélgica estaba dispuesta a asumir porque sus intenciones de buscar la portería contraria eran prácticamente inexistentes.
Solo Lukaku, como si de una boya en el mar se tratara, figuraba entre la línea de defensores ucranianos, muy alejado del resto de sus compañeros. Y es que el fútbol se estaba jugando en la medular, esa zona en la que el ritmo de un partido se decide y en este el ritmo era lento, como si no importara lo que aguardaba al final del mismo. Porque mientras el miedo, a lo mejor causante del partido que se estaba viviendo, provocaba que ni las ocasiones ni mucho menos los goles llegaran, en el otro partido del grupo se estaban dando con todo, a pesar de los rumores de «biscotto» que se habían llevado todos los focos en la previa.
Volviendo a Berlín, Bélgica y Rumanía seguían dejando pasar el tiempo. Los acercamientos al área seguían sin producirse a la par que la primera parte agonizaba y el espectáculo, si es que las dos selecciones decidían darlo, se emplazaba a un segundo tiempo en el que las cosas iban a tener que cambiar. Al menos por parte de Ucrania que, conocedores o no del resultado de sus rivales, estaba provisionalmente eliminada de la Eurocopa y debía cambiar las tornas de un partido en el que el miedo se había comido a los protagonistas.
Segunda parte
Tras el paso por vestuarios las cosas cambiaron, aunque sorprendentemente solo por parte de la selección que sí estaba provisionalmente en octavos. Fue Bélgica la que decidió dar un paso adelante e imprimir un ritmo que no tardó en poner a apuros a una Ucrania que seguía sin comparecer sobre el terreno de juego. La selección de Serhii Rebrov estaba obligada a modificar su puesta en escena, pero parecía postergarlo todo a unos minutos finales en los que arriesgar a todo o nada. Eso o que la presión estaba afectando de lleno a unos jugadores incapaces de poner en aprietos a una Bélgica que iba a más.
El dominio de los belgas era total y Ucrania no pasaba ni de medio campo, aunque el dominio aplastante de Bélgica no se materializaba en situaciones claras de gol. Doku lo intentaba continuamente por la banda, pero el último pase no era preciso y el peligro se desvanecía en las instancias finales. Así una y otra vez hasta que el encuentro entró en su recta final y, entonces sí, Ucrania dio un paso adelante buscando un gol que le mantuviese en la Eurocopa. Una intentona más empujada por la fe que por el juego que además exponía a los ucranianos en defensa, brindándole a Bélgica oportunidades más claras de las que era capaz de generar.
Pero el partido se iba acabando y los goles no llegaban ni para un lado ni para el otro. Algo que únicamente debía preocupar a Ucrania, pues Bélgica estaba clasificada si se daba ese resultado. Por ello, los de Domenico Tedesco optaban por no asumir riesgos y dar un paso atrás en busca de defender un empate que les valía, pero que les situaba en ese fino alambre en el que un gol encajado les dejaba a ellos fuera de la Eurocopa. Algo que estuvo muy cerca de ocurrir si Casteels no hubiera evitado el gol olímpico de Malinovskiy que se quedó a escasos centímetros de entrar en la portería.
Las oportunidades se agotaban, los segundos pasaban y Ucrania estaba cada vez más cerca de quedar eliminada. Los de Serhii Rebrov ya iban a la desesperada y Bélgica gozaba cada vez de mayor superioridad al contragolpe. Una fórmula que podía finiquitar el encuentro pero que tampoco iba a ser la exitosa en un partido que iba a finalizar de la misma manera que había comenzado, con empate y sin goles en el marcador. Un resultado que da el pase a octavos a Bélgica, que se medirá con Francia por un hueco en los cuartos, y que certifica la eliminación de Ucrania. Una selección que prometía y que se quedó en eso, en una promesa.
Ficha técnica
Ucrania: Trublin, Tymchyk, Zabamyi, Svatok (Yarmolenko, 80´), Matvyenko, Mykolenko (Zinchenko, 56´), Shaparenko (Vanat, 70´), Brazhko (Stepanenko, 70´), Sudakov, Yaremchuk (Malinovskiy, 70´) y Dovbyk.
Bélgica: Casteels, Castagne, Wout Faes, Vertonghen, Theate, Onana, Tielemans (Mangala, 61´), Trossard (Carrasco, 61´), Doku (Bakayoko, 76´), De Bruyne y Lukaku (Openda, 89´).
Goleadores:
Amonestados: Wout Faes (Bélgica) / Dovbyk (Ucrania)
Árbitro: Taylor / Árbitro VAR: Attwell
Estadio: Mercedes-Benz Arena