La selección de Suiza dio la sorpresa en el primer encuentro de los octavos de final de la Eurocopa 2024 imponiéndose a Italia para eliminar a la selección vigente campeona del torneo continental (2-0) en el Olympiastadion de Berlín, afianzando la confianza en su plan de juego y planteando una amenaza muy seria a cualquier selección que se cruce en su camino. Italia se vio muy superada, impotente por momentos, y se va a la calle con una crisis de identidad casi tan preocupante como la eliminación.
Lo cierto es que Suiza fue un torbellino durante todo el partido y desde el comienzo, en un primer tiempo que dominó con una suficiencia por momentos apabullante, con una Italia decepcionante en su planteamiento inicial por su condición de favorita y actual campeona del torneo. Desde el principio, Embolo fue considerado una amenaza suficientemente importante para que la pareja de centrales mediterránea, esta vez con Mancini acompañando a Bastoni, no le quitase ojo de encima. Sin embargo, ni pudieron neutralizarle con ese esfuerzo, ni ese empeño permitió a sus futbolistas más determinantes, como Chiesa o Barella, hacerse con el control del choque.
Al contrario, esa selección italiana condicionada y supeditada a las amenazas ofensivas helvéticas comenzó dejándose controlar, y cuando quiso reaccionar estaba ya completamente sometida. Las dudas ante el ímpetu de sus vecinos, pesadilla de los ‘grandes’ como ya lo fuese en la edición disputada en 2021 y ganada por la tetracampeona del mundo, les fueron hundiendo contra su portería, donde Donnarumma hizo lo imposible por mantener su meta a cero.
Por suerte para Italia, precursora del ‘catenaccio’ y curtida más que ninguna otra selección en estas lides, pudo alternar momentos de sometimiento con oportunidades para contragolpear, aunque sin mucho éxito. Achicaban balones ante la insistencia suiza en jugar por dentro y por fuera indistintamente, con muchísima movilidad. Suiza estaba muy cómoda sobre el césped, pero era incapaz de concretar la constante sensación de peligro en la realidad del gol y daba así esperanza a Italia. Su gran virtud fue no perder la paciencia, porque a base de intensidad y calidad fue horadando el bloque bajo de la ‘azzurra’.
Así, justo cuando Italia parecía empezar a soltarse convirtiendo el encuentro en un pasacalles de ida y vuelta, los peores temores de Spalletti y los suyos estuvieron cerca de confirmarse. Embolo se plantó frente a Donnarumma en un mano a mano clarísimo, pero el guardameta del PSG se lució con una gran parada a mano cambiada al disparo del delantero suizo, que buscaba el ángulo de la portería. Chiesa respondió en la única acción clara de peligro de los italianos en la primera parte, pero el nerviosismo se fue adueñando de ellos porque el peligro ya era real.
Seguían defendiendo, pero cada vez con menos convicción, orden y acierto. Suiza olió la sangre, siguió agitando el avispero, hasta que encontró por fin el premio del gol para abrir el marcador con una gran jugada combinatoria. Embolo influyó con un desmarque al segundo palo que arrastró a los centrales italianos, Vargas recortó en la esquina del área y levantó la cabeza, y apareció como un tren arrasando con todo Remo Freuler para batir a Donnarumma. Controló en carrera con la zurda, esperó a que cayese el balón, y remató con la diestra para abrir la lata con algo de ayuda de la zaga.
Italia se marchó al entretiempo eliminada en el marcador, desdibujada sobre el verde y con las peores sensaciones posibles, ya que más allá del gol del ‘8’ suizo, casi encajaron el segundo en un disparo de falta directo de Rieder, salvado in extremis de nuevo por Donnarumma. En cambio, Suiza estaba de dulce, con la impresión de estar muy por encima de su rival, guiada por una fe absoluta en el plan de su entrenador, Murat Yakin.
Su homólogo en el banquillo italiano tenía mucho trabajo por delante en el descanso, pero fue incapaz de hacer llegar su mensaje a sus pupilos. El desastre no tardó en certificarse, de hecho. Esas horribles sensaciones cayeron de golpe como un jarro de agua gélida cuando, impotentes, perdieron el primer balón que tuvieron nada más sacar de centro para la reanudación. Salía en desbandada al ataque Suiza, y tras volver a combinar de forma brillante en la misma banda izquierda donde se cocinó el primer gol, encontraron el segundo.
Dos minutos habían transcurrido de segundo tiempo cuando Vargas, asistente en el primer tanto helvético, inició una jugada que le permitió recibir después el esférico dentro del área en una posición idónea. Se perfiló hábilmente para su pierna buena, la diestra, y sin demasiada oposición de una defensa impotente sacó un latigazo imparable a la escuadra, aplastando los sueños y esperanzas de la escuadra y la hinchada itálicas.
Tocaba la épica, tocaba el más difícil todavía, y en el peor momento anímico y mental del combinado italiano. El Shaarawy, sorprendente titular, había dejado su lugar al héroe de la última jornada, Zaccagni, y Chiesa tuvo una oportunidad de sorprender con un disparo que se estrelló en el palo tras el desvío de Schar, pero no fue más que un espejismo. Suiza era dueña y señora del encuentro, seguía sin bajar revoluciones y buscaba con ahínco el tercero, apoyada en la tranquilidad que transmitían Akanji y compañía en línea defensiva.
La presión alta de Italia tampoco inquietaba en exceso al conjunto transalpino, que sacaba el balón jugado con claridad y precisión desde atrás. Los italianos llegaban tarde a los balones divididos, no ganaban las disputas, y seguían evidenciando pese a los cambios todos los síntomas que venían mostrando a lo largo de la Eurocopa. No tenían más, no quedaban cábalas que agotar en un partido a todo o nada, y un equipo sólido y cohesionado como Suiza se encargó de confirmar la eliminación anunciada de una selección limitada y sobrepasada.
Así, Suiza ejerció el papel que debería haber interpretado Italia para dar buena cuenta de sus vecinos sureños, y avanzó a unos cuartos de final en los que ya espera a Inglaterra o Eslovaquia. Así, Suiza confirmó el papel de ‘matagigantes’ que ejerció en 2021 contra Francia en esta misma instancia, demostrando por enésima vez que son una amenaza más que notable para el resto de candidatas pese a no contar con la vitola de favorita. Así, la crisis que vive el fútbol italiano profundiza aún más, alargando la sombra sobre una generación plagada de talento, que sabe lo que es ganar, pero incapaz de cumplir con las expectativas.
FICHA TÉCNICA:
Suiza: Sommer; Rieder (Stergiou, min.72), Schar, Akanji, Rodríguez, Aebischer (Steffen, min.92); Freuler, Xhaka; Vargas (Zuber, min.71), Ndoye (Sierro, min.77); y Embolo (Duah, min.77).
Italia: Donnarumma; Di Lorenzo, Mancini, Bastoni, Darmian (Cambiaso, min.75); Cristante (Pellegrini, min.75), Barella (Retegui, min.64); Chiesa, Fagioli (Frattesi, min.86), El Shaarawy (Zaccagni, descanso); y Scamacca.
GOLES:
1 – 0, min.37, Freuler.
2 – 0, min.46, Vargas.
ÁRBITRO: Szymon Marciniak (POL). Amonestó a Barella (min.35), El Shaarawy (min.45), Mancini (min.57) en Italia.
ESTADIO: Olímpico de Berlín.
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