Italia se despidió de la Eurocopa dando una imagen muy pobre ante Suiza. De la selección que ganó la Euro en 2021 no quedan ni los restos. La falta de talento ha mermado demasiado las aspiraciones transalpinas. Spalletti, cuestionado.
Una Italia que ha perdido el norte
La selección italiana está totalmente desnortada. La eliminación tempranera ante Suiza ha levantado ampollas en el país transalpino. Hace apenas tres años, la Azzurra, dirigida por Roberto Mancini y comandada por Bonucci y Chiellini, tocó la gloria en Wembley. De aquel equipo, ya no quedan ni las cenizas. Mancini dejó el cargo para irse a Arabia y la legendaria pareja de centrales ha colgado las botas. Por el camino, entre una Eurocopa y otra, Italia volvió a perderse un mundial, el segundo consecutivo. Un trago de mal gusto para los 58 millones de italianos que habitan el país.
Tras la dimisión de Mancini, llegó Spalletti. El técnico de Certaldo venía de llevar al Nápoles a lo más alto, consiguiendo el tercer Scudetto en la historia del club partenopeo. Italia accedió a la Eurocopa a última hora, tras un empate en Kiev que bien pudo haber recreado males pasados. Con muchas dudas y las expectativas bajas, Italia aterrizó en Alemania. La victoria por la mínima ante Albania tapó mínimamente las carencias de una selección con una clara falta de talento. España asestó un golpe de realidad a la Azzurra, con un baño futbolístico y táctico. Ni siquiera el postrero gol de Zaccagni a Croacia sirvió de punto de inflexión, pues Suiza eliminó a la Nazionale con una facilidad pasmosa.

Tras el varapalo de Berlín, toda Italia ardió en llamas. Spalletti quiso echar agua al fuego. «Existe la posibilidad de construir algo, pero lleva un poco más de tiempo. No he tenido mucho, si miras a mis predecesores, casi todos han tenido más partidos que yo», exclamaba el veterano seleccionador. En ese aspecto, no le falta razón, pues su proyecto al frente de la selección tan solo contaba con 10 partidos antes de la Eurocopa. Ahora son 14, con un balance de 7 victorias, 4 empates y 3 derrotas. Luciano está en el ojo del huracán, aunque la FIGC (Federación Italiana de Fútbol) le sigue respaldando.
La clasificación al Mundial de 2026 se convierte ahora en una obligación. El error no está permitido. Perderse dos mundiales seguidos, imagínense tres, ya es una hecatombe histórica para un país que luce cuatro estrellas de campeón del mundo en su casaca. Hay mucho trabajo por hacer. La reconstrucción debe empezar lo antes posible. Veremos a ver si con Spalletti capitaneando el barco.
Añoranza de tiempos pasados
18 años separan a la última gran Italia, campeona del mundo en 2006, del fiasco vivido el pasado sábado ante Suiza. Curiosamente, en el Olympiastadion de Berlín, la Azzurra derrotó a Francia en la final del Mundial de 2006. Ese mismo escenario fue testigo de la caída azzurri ante el combinado helvético. Se podría establecer una comparación entre ambas generaciones, pero es que ni siquiera la hay. Buffon, Totti, Pirlo, Del Piero, Gattuso o Cannavaro hicieron de Italia un equipo temido por todos.

Ahora, los atributos principales que han acompañado al fútbol italiano a lo largo de los años, ya no están. Falta de cualidades técnicas en algunas posiciones, falta de garra y de espíritu competitivo, falta de coherencia en los esquemas etc. Demasiadas trabas. Si algo le ha funcionado a Italia siempre, es tener un patrón determinado de juego. El famoso Catenaccio podría ser poco vistoso, pero daba sus frutos, vaya si los daba. Con esto no quiero defender a ultranza este estilo de juego, pero uno debe saber de sus virtudes y sus limitaciones. Una vez entendido eso, el crecimiento habrá comenzado.