En la vida hay buenos y malos momentos. Se puede decir que es un tópico del ser humano. La capacidad para diferenciarse está en saber caer, pero también en saber cómo levantarse. Si todo esto se midiera con precisión, habría algo que podría mover la balanza de lo habitual o establecido.
En efecto, esos son los puntos de inflexión. Un aspecto que adquieren importancia cuando uno es consciente de los mismos. Son aquellos que hacen superar o alargar una situación. En el mundo del deporte, hay carreras que fluyen en una caída libre que parecen definitivas. Si se aplica al mundo del fútbol, la imagen es el banquillo o no ir convocado. El terremoto es aún mayor cuando a pesar de tener la grandeza en sus pies, tienen una losa mental que les recuerda en todo momento: «Es imposible».
Otro concepto aparece en este análisis como es el de la magnificación. El tamaño de la imagen de uno se agranda cuando el reto es mayor. James Rodríguez e Isco bailaron a este término, pero debido a las exigencias del contexto, sus imágenes de figuras se diluyeron cuando estaban llamados a dominar el fútbol europeo.
¿Bailamos de nuevo?
Uno ha resucitado en el Real Betis, otro está guiando a Colombia para ganar su segunda Copa América. Juntos cayeron en el Real Madrid. Unidos, aunque desde la distancia, están reluciendo en el mismo año lo que siempre tuvieron y nunca perderán: la clase. Dos jugadores únicos a los que sólo les frenó la falta de paciencia y, por supuesto, coincidir con elementos como la BBC o el trío de época en el medio formado por Carlos Henrique Casemiro, Toni Kroos y Luka Modrić.
Isco ha levantado al Benito Villamarín con exhibiciones majestuosas cuando nadie las esperaba. Se tuvo que reunir con su salud mental y decidió volver a sonreír. Esto lo nota el espectador, que sabe quién tiene algo distinto. Lo siente, lo nota y lo percibe. Se presiente, como ayer James en la falta que provoca el 3-0. Es arte visual con el juego parado. El bueno de Rodríguez, que parecía vivir sus últimos días en São Paulo, ha decidido poner su zurda nuevamente en tendencias.
Ambos iban sobrados en el Plan B de la 2016/2017 en aquel Real Madrid de Zidane. La cuestión es…¿Por qué no ser el plan A del Real Betis en la 2023/2024? Si finalmente se acaba vendiendo a Nabil Fekir, ¿Por qué no soñar con una dupla que llegó a fabricar 22 goles y 17 asistencias en un año partiendo en muchas ocasiones desde el banquillo?
Manuel Pellegrini, el creyente que nunca pierde la fe en los que tuvieron alguna vez fútbol en sus botas, puede estar ante otro desafío. Ha elevado a Isco cuando era el juguete roto del mercado, pero también enseñó a Europa quién era un Juan Román Riquelme que venía devastado de los combates que tenía una y otra vez con Louis Van Gaal. El destino quiere volver a juntarlos y nadie mejor que el Ingeniero para que Isco y James Rodríguez vuelvan a bailar el uno con el otro. Tomen café colombiano para hablarlo y tendrán una galería de arte en Heliópolis que enamorará a los chavales y chavalas de las calles de Sevilla. Real Betis, Pellegrini, unan a James e Isco, hágase.
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