Parecía que el adiós de un gran grueso de la plantilla del curso pasado llevaría de la mano la despedida simultánea de las malas costumbres, pero por desgracia no ha sido así. Ayer, ante el Rayo Vallecano, el Atlético de Madrid se dejó dos puntos en su lucha por el título liguero, pero ese, lo crean o no, a la postre no es el mayor de los problemas a rescatar tras el encuentro de anoche. Porque por más que el equipo todavía no conozca el sabor de la derrota, lo evidenciado en el césped de Vallecas saca de nuevo los viejos fantasmas a la palestra, y eso no es una buena noticia.
Habrá algunos que califiquen esto como «exceso de alarmismo», pero hay veces que basta con mirar a los ojos al lobo para saber que te va a acabar comiendo. Viniendo de tres triunfos consecutivos, el Atlético tenía ayer la opción de seguir sumando buenas sensaciones y buenos resultados, pero prefirió volver a las andadas a las que no conviene regresar. Esa fea costumbre de encarar los partidos como visitante con un exceso de relajación y con la chulería añadida de tirar una mitad por la borda ya costó caro la temporada pasada y este domingo volvió a suceder.
Porque por más que Sorloth y Julián anden peleados con el gol y no acertasen en las ocasiones que tuvieron, los primeros cuarenta y cinco minutos ante el Rayo son una falta de respeto al Atlético de Madrid y a sus aficionados. Es entendible que, en un calendario cada vez más cargado de partidos, las rotaciones y los planteamientos varíen, pero Simeone y sus jugadores cayeron de nuevo en una trampa que ni es nueva, ni tampoco desconocida. Pero bueno, ya saben ustedes, el hombre es el único animal que tropieza varias veces con la misma piedra.
La cosa va de refranes
Tirando del refranero español, el Atlético se podría aplicar lo de «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy». Modificando un poco el discurso, el cuadro rojiblanco podría optar por no dejar para segundas partes lo que puede hacer en las primeras. Quizá así se evitarían pinchazos como el de ayer o, al menos, se tropezaría con dignidad, algo que sí se mostró en un segundo tiempo en el que culminar la remontada fue una tarea demasiado compleja. Pero para eso, el que dirige el vestuario bien podría apoyar las palabras de su capitán y mandar mensajes claros a ojos de todo el mundo, no solo en petit comité.
Porque si el capitán habla de falta de actitud al término del encuentro significa que hay un problema evidente que requiere un toque de atención. Y, ante eso, la solución no es salir a rueda de prensa y ensalzar la actuación del segundo tiempo, haciendo caso omiso a lo sucedido en el primero de los dos actos en los que se compone un partido. La 23/24 se marchó al limbo por el desastre consumado lejos del Metropolitano y, algo que ocurrió en repetidas ocasiones, debería de estar más que solventado, pero parece no ser el caso.
Un discurso caducado
La seña de identidad del cholismo es el partido a partido, eso no lo puede negar nadie. Sin embargo, escuchar una y otra vez el mismo discurso acaba agotando y, sobre todo, termina sin efecto cuando el resultado final no es el esperado. Volviendo a la rueda de prensa post partido, ese aspecto en el que algunos entrenadores depositan ganas y otros lo consideran como un simple trámite, el famoso partido a partido hizo acto de presencia. Al ser preguntado por el ritmo de sus rivales (FC Barcelona y Real Madrid) y el ritmo del Atlético en término de resultados, el entrenador argentino soltó su frase célebre: «Nuestro campeonato es el partido a partido».
Todos tenemos claro que Simeone no se desmarcará de esa filosofía nunca, pues le ha llevado a la más preciada gloria al mismo tiempo que le ha conducido a saborear el amargor de la derrota. Pero en una temporada ilusionante, con caras nuevas, con un proyecto «renovado», esas palabras sonaron a que su campeonato no es el de Madrid y Barça. Una rebaja de optimismo y de exigencia, más allá de que la lógica obedece a la gran dificultad que supone ganar una liga por encima de ambos clubes. Pero eso, con solo seis jornadas disputadas (tres victorias y tres empates) no es bajar el suflé, es apagar el horno y acabar con el suflé de una tacada.
Que quede aquí claro que la culpa no es total de Simeone, aquí cada integrante tiene su parte proporcional de culpa. Eso sí, entre unos y otros, la situación que se ha generado es la siguiente. Hasta el próximo parón de selecciones al Atlético le viene un calendario cargado de exigencia: este jueves visita al Celta en Balaídos, el domingo recibe al Real Madrid en el Metropolitano, el miércoles 2 de octubre vuelve a Lisboa, tierra amarga, para medirse al Benfica en Champions y cierra la maratón de partidos el domingo 6 visitando en Anoeta a la Real Sociedad. Juzguen ustedes mismos, pero prepárense porque se avecinan curvas…
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