Cierre de jornada por todo lo alto en el Estadio de Balaídos. Celta y Atlético de Madrid eran los encargados de echar el telón a la jornada intersemanal con un partido cargado de atractivos para el espectador. Por un lado, el cuadro vigués, una de las revelaciones de la temporada por su juego y que además era inexpugnable en casa desde que llegó Giráldez, seis victorias y dos empates. Y por el bando contrario, el conjunto rojiblanco, que viajaba a tierras gallegas con el objetivo de sumar tres puntos importantes para olvidar el bache de Vallecas y encarar el derbi con las mejores sensaciones posibles.
Ganar, pero no a cualquier precio
En el fútbol está claro que todo el mundo quiere ganar, pero a la hora de la verdad ese objetivo no se busca a cualquier precio. Minimizar riesgos y esperar el momento idóneo también es parte fundamental de este deporte y de ahí que, en ocasiones, el fútbol parezca una especie de partida de ajedrez en la que cada movimiento es importante y en la que todo se piensa con suma calma. Un plan de juego y un escenario de partido muy parecido al vivido sobre el césped de Balaídos en una primera parte cargada de tensión, pero escasa de fútbol.
Celta y Atlético, con sus cartas bajo la manga, no tenían ni un ápice de prisa por buscar el gol, ese factor del juego que desnivela las balanzas. Ambos, encarnados en Borja Iglesias y Reinildo o Swedberg y Le Normand, estaban más ocupados de irse por otros lares que también tienen cabida en esta práctica. Ambas parejas tuvieron un pique a las primeras de cambio que se mantuvo durante un buen rato y que García Verdura no fue capaz de cortar con anterioridad. Eso fue lo más entretenido en una primera mitad sin apenas ocasiones en la que reinó el juego trabado, en la que el Celta lo intentó tímidamente en la recta final y en la que el Atlético volvió a sus feas costumbres de no hacer ni acto de presencia.
Por fin comienza el fútbol
El listón del primer tiempo no era muy alto, por no decir que ni había listón y de ahí que, con solo diez minutos de segundo acto, ya se había visto más fútbol que en todo lo anterior. Celta y Atlético salieron con ganas, de verdad, de ganar el partido y se notó a las primeras de cambio que el ritmo era diferente y que el peligro era cada vez mayor. Eso sí, el que llevaba más mordiente era el equipo local y no tardó en mandar un serio aviso al conjunto que dirige Diego Pablo Simeone. Aunque para fortuna del argentino, al igual que había pasado en el primer tiempo, Oblak estaba en modo salvador y si ya había dejado a Iago Aspas con la miel en los labios, ahora era turno para Borja Iglesias.
El panda remataba a bocajarro, pero su cabezazo centrado lo paraba el guardameta esloveno para mantener el empate. Una acción a la que respondía el Atlético con un contragolpe que Marcos Alonso frenaba a tiempo cuando Julián Álvarez ya se relamía. El partido estaba en ese plan, con dos equipos intentándolo, pero con ambos a falta del broche de oro a esas acciones de peligro que podían abrir la lata del gol en la noche de Vigo. Porque él, el gran protagonista, continuaba ausente a pesar de que los dos equipos estaban reclamando su presencia.
La araña picó sobre la hora
Si al principio del partido el choque parecía una partida de ajedrez, al final del mismo Celta y Atlético parecían encaminados a honrar a tan noble deporte firmando las tablas. Y es que ni celestes ni colchoneros eran capaces de meter un gol y el partido estaba a punto de terminar, así que el reparto de puntos parecía cantado. Pero en esas, cuando ya todo parecía finiquitado, llegó la hora de la araña, que asestó un picotazo mortal al Celta. Griezmann la puso desde el costado y el centro se fue envenenando hasta que apareció Julián para mandarla a la red.
Un gol para romper una noche fría que estaba condenada a acabar en tablas, sin goles y sin apenas fútbol. Y un tanto que acababa siendo decisivo para que el Atlético de Madrid se marchara de Vigo con los tres puntos en el bolsillo y con un resultado muy por encima de las sensaciones. Eso no siempre importa cuando se gana y más en una semana tan complicada como afrontan los rojiblancos, que se enganchan a la cabeza antes del derbi del domingo. El Celta, por su parte, se queda en media tabla y pierde por primera vez en Balaídos desde que Claudio Giráldez se sentó en el banquillo celeste.
FICHA TÉCNICA |
XI Celta: Guaita; Manquillo (Javi Rodríguez, min 69), Starfelt, Marcos Alonso; Carreira, Fran Beltrán, Sotelo (Damián, min 83), Hugo Álvarez; Aspas (Moriba, min 83), Swedberg (Alfon, min 69) y Borja Iglesias (Douvikas, min 75). |
XI Atlético de Madrid : Oblak; Molina (Correa, min 83), Le Normand, Giménez, Reinildo; Llorente, Koke (Julián Álvarez, min 53), Gallagher, Giuliano (Riquelme, min 63); Griezmann y Sorloth (De Paul, min 63). |
Goles: 0-1, Julián Álvarez (min 90) |
Árbitro: García Verdura / VAR: Díaz de Mera | Amonestó a Starfelt y Javi Rodríguez por parte del Celta y amonestó a Reinildo y Giménez por parte del Atlético de Madrid. |
Datos: Partido correspondiente a la jornada 7 de LaLiga EA Sports | Estadio: Balaídos | Jueves 26 de septiembre 21:00 horas |