El de ayer fue y será uno de los derbis más recordados de la historia. Lo vivido tras el gol del Real Madrid supone un bochornoso espectáculo que jamás puede ir ligado al mundo del fútbol, pero que, por desgracia, está más presente de lo que a todos nos gustaría. Sin embargo, lo que empañó una noche para el recuerdo, no quita que lo sucedido previamente sea un ejemplo de respeto y convivencia hacia el mundo en un encuentro que tenía millones de ojos puestos en él y sobre el que había recaído una máxima expectación.
En una semana cargada de polémicas y debates absurdos sobre posibles situaciones que se podían vivir en el Metropolitano, todo quedó en nada hasta que se prendió la mecha. El recibimiento a los equipos estuvo a la altura, el respeto entre jugadores sobre el campo también y las gradas se comportaron de manera civilizada más allá de los cánticos comunes e insultos habituales que se producen en cualquier partido de fútbol. Algo que, por mucho que se normalice, no está bien, pero el espectáculo del fútbol lleva conviviendo con ello desde el primero de sus días.
En la tribuna se pudo ver a aficionados de Atlético de Madrid y Real Madrid, cada cual con sus camisetas, conviviendo sin producirse ningún tipo de altercado. Pero lo que estaba siendo un derbi insulso sobre el verde, se torció tras la vuelta de vestuarios. En ese momento en el que Courtois emprendió su camino hacia la portería situada en el fondo sur, el pique entre portero y grada comenzó. El pasado rojiblanco del belga y sus declaraciones hacia el club colchonero tras fichar por el eterno rival iniciaron una rivalidad que no es nueva.
Un juego que terminó explotando
Los pitos e insultos comenzaron a la par que Courtois respondía con sonrisas y pidiendo con sus brazos que cantasen más alto. Fue el comienzo de una guerra absurda en la que acabaron perdiendo ambos involucrados. Porque tras el gol de Militao, Courtois no se contuvo y se fue corriendo hacia la portería celebrando en la cara de los aficionados mientras les dedicaba algún que otro grito. Y, al igual que el belga explotó, la grada hizo lo mismo y los insultos hacia el portero fueron acompañados del lanzamiento de varios mecheros que no impactaron, pero que dejaron una imagen bochornosa.
Busquets Ferrer, que actuó de manera brillante ante la situación, dio el aviso al delegado de campo y al jefe de seguridad para dar inicio al protocolo previo a la suspensión temporal. La megafonía advirtió de que se cesase el lanzamiento de objetos, pero ni las continuas risas de Courtois ni la lluvia de mecheros se detuvo hasta que sí lo hizo el encuentro. Previo a ello, antes de tomar dirección rumbo a vestuarios, el portero belga se chocó la mano con Militao mientras ambos se reían de lo que se había generado en algo que había empezado como un pique entre Courtois y el fondo sur del Metropolitano.
Injustificable
Mientras los dos equipos se marchaban del terreno de juego, dos de los capitanes del Atlético de Madrid, Giménez y Koke, se acercaron a la grada para hablar con miembros del Frente Atlético, motor de la grada y responsables de la animación en el fondo sur. A ellos se unió Simeone en otra imagen que está siendo muy criticada, con razón. Es difícil comprender ese vínculo entre los jugadores y una grada en la que varias personas acuden encapuchadas a un partido de fútbol, más allá de que exista en ellos lo que se conoce como cultura de grada y apología del mundo ultra.
Incluso varios de ellos saltaron de la grada para hablar con los capitanes, ante los ojos y la inamovilidad de los responsables de seguridad, en otra de las imágenes curiosas que ha dejado el derbi. Se pidió calma, cabeza y que parasen lo que estaba ocurriendo, algo que sucedió, aunque los insultos continuaron y también se pudo ver un nuevo lanzamiento de una bolsa que Carvajal retiró del césped y que pudo significar la suspensión definitiva del partido.
Las palabras de Simeone tras el encuentro también son un foco de polémica. No justifica lo injustificable y razón no le falta cuando señala como parte del problema a los que también provocan situaciones como las de ayer desde dentro del terreno de juego. Unos deben ser expulsados de cualquier recinto deportivo y los otros deben ser sancionados por ser cómplices de un bochornoso espectáculo que ensucia la imagen de este deporte, que mancha la fama del derbi madrileño y que empaña a una afición ejemplar en su gran mayoría que poco o nada tienen que ver con los descerebrados que protagonizan actos como el de ayer.