Noche de pesadilla, noche de tormenta y noche de viejos fantasmas. La debacle y el bochorno consumado por el Atlético de Madrid en su visita a Lisboa se recordará durante un tiempo, tanto como días pasen hasta la próxima victoria del equipo o la siguiente derrota a domicilio. Es así, en el fútbol cada partido es un recuerdo y cada semana surge uno nuevo que oculta al anterior. Sin embargo, derrotas como la de anoche no se esfuman tan fácilmente de la mente de un aficionado que, más allá del resultado, asistió a una falta de respeto al Atlético de Madrid.
Cero actitud, mínima entrega y nula capacidad de reacción. El propio Simeone lo advertía desde la banda, «estáis dormidos» les gritaba el argentino a sus jugadores viendo lo que estaba ocurriendo sobre el césped. De aquello al 4-0 final, por suerte un marcador menos abultado del merecido, solo pasó tiempo. Eso mismo que evidencia que este equipo está sumido en un bloqueo de resultados y fútbol cada vez que se aleja del Metropolitano. Es una realidad, la que le toca vivir al club y de la que parece no haber solución o, al menos, los que están ahora parecen no encontrarla.
Y eso es lo verdaderamente preocupante porque se puede ganar, empatar o perder. De hecho, la de ayer fue la primera derrota de la temporada, pero hay maneras y maneras de hacerlo. Y, desafortunadamente, el Atlético siempre muestra las mismas maneras de perder y de jugar lejos de su refugio. Lo que es un equipo casi inexpugnable en su estadio, es un azucarillo que se disuelve en una taza cada vez que actúa de visitante. Pero no es nuevo, viene ocurriendo en las últimas temporadas y eso no es buen síntoma ni para Simeone, ni para su cuerpo técnico, ni para los jugadores.
La peor temporada de la era Simeone
Es cierto que el punto fuerte del Atlético de Simeone nunca han sido los partidos fuera de casa. Pero la imagen de entrega, lucha y sacrificio de sus primeros años se ha tornado en un retrato de pobreza máxima y falta de carácter, un hábito que poco o nada se relacionaba con el entrenador argentino. Una decadencia progresiva que, apoyada en datos, refleja que las tres últimas temporadas son los tres cursos con mayor porcentaje de derrotas como visitante en toda la era Simeone.
En la 21/22, el año posterior al título de Liga, el conjunto rojiblanco disputó 27 partidos fuera de casa con el siguiente balance: 13 victorias, 3 empates y 11 derrotas. Unos números que mejoraron al año siguiente, en la 22/23, pues en los mismos partidos el equipo consiguió 14 victorias, 5 empates y 8 derrotas. Pero la «mejoría» fue fugaz porque, el curso pasado, el Atlético tocó fondo en este aspecto. También en 27 partidos, hubo más derrotas que triunfos. 10 victorias, 5 empates y 12 derrotas en la que es la peor temporada a domicilio desde que Diego Pablo Simeone llegó al club.
Volviendo al panorama actual, cabe señalar que solo se han disputado diez encuentros entre todas las competiciones, cinco de ellos fuera del Metropolitano, y los números son menos malos de lo que reflejan las sensaciones. En las cinco salidas que ha afrontado el cuadro madrileño, se han sumado dos victorias, dos empates y la derrota de anoche ante el Benfica. Sin embargo, haciendo hincapié en esas sensaciones, solo Bilbao se aleja de una problemática que se ha mostrado vigente en el resto de enfrentamientos.
Anoeta, una oportunidad para levantarse
Al ser el primer traspiés de la temporada, el equipo tiene la oportunidad de levantarse este domingo. El fútbol da revancha y los de Simeone tienen ante sí la ocasión perfecta de demostrar que lo de Lisboa ha sido solo una mala noche, de esas que todos los equipos tienen a lo largo de la temporada. En un mundo en el que solo importa el resultado y el juego adquiere un segundo plano si viene acompañado de tres puntos, marcharse al parón ganando en Anoeta podrá minimizar el daño ocasionado ante el Benfica.
Por ahí pasa el poder encarar los acontecimientos más próximos con una visión optimista. Caer en una nueva salida y dejar escapar la cabeza de la tabla sería un caldo de cultivo muy peligroso para las dos semanas sin fútbol de clubes que se avecinan. Así que, lo de este domingo es una prueba de máxima exigencia para un Atlético que busca reencontrarse y disipar las dudas generadas en la noche aciaga de Lisboa, un territorio hostil para los intereses colchoneros.
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