La derrota merecida por 1-0 del Real Madrid ante el Lille en la Champions League es solamente la continuidad de una película que tiende a ser plana y sin argumentos. El club blanco volvió a demostrar un juego paupérrimo e inusual para una de las mejores plantillas del mundo. Ancelotti es el capitán del barco más caro de Europa, sin embargo en diez partidos en la presente temporada, el italiano no encuentra la forma de manejar la tripulación y el equipo está dando un paso para adelante y dos para atrás.
Sin un plan de juego determinado
El cuadro blanco aún no ha conseguido en un mes y medio de competición cuajar un partido sobresaliente que despeje las dudas y afiance el fútbol de la plantilla, además se nota que el equipo sigue echando de menos a una pieza que se retiró recientemente, Toni Kroos y esto supone un problema delicado.
La mayor queja hacia Ancelotti es el juego denso y trabado de su club, el cuál está repleto de talento y profundidad. El italiano no encuentra la tecla para eliminar el problema futbolístico del conjunto merengue y esto deriva en un Real Madrid soso, sin claridad y con crecientes dificultades para crear un juego fluido, lo que supone una gran crisis para una plantilla que tiene futbolistas con la capacidad para arrollar rivales.

El Real Madrid en este curso 2024/25 está siendo previsible y parece estar estancado carente de creatividad y actitud sobre el verde. Carlo Ancelotti en varias ocasiones ha comentado que en sus equipos busca la verticalidad y un juego atrevido, pero está siendo todo lo contrario con un modelo de juego que parece estar bloqueándose en cada encuentro hasta la noche del miércoles frente al Lille.
Constantes dificultades
El centro del campo a diferencia de la temporada pasada no consigue conectar con los futbolistas de ataque, lo que dificulta el juego ofensivo. Ante el equipo francés, el Real Madrid salió con cuatro centrocampistas con el objetivo de tener mayor control y capacidad para dominar y someter al rival. No obstante, las dificultades de Tchouaméni y Camavinga en el día de ayer para sacar el balón jugado desde atrás obligaron a que Bellingham tuviera que replicar sus labores más retrasadas, como hizo en el derbi, e impidieron sacar a relucir su faceta más organizadora en la fase de creación y finalización.
Las complicaciones del equipo para jugar en zonas centrales podría paliarse gracias a una mayor profundidad en las bandas, pero Mendy y Carvajal no estuvieron finos. El técnico italiano reaccionó en el descanso e introdujo a Fran Garcia por el francés para proporcionar más llegada al equipo. El lateral español dio más amplitud, sin embargo, estuvo muy errático.
La entrada de Mbappé y Modric para ofrecer más fútbol y gol en el campo estuvieron bien ejecutadas, pero una vez más la zona medular no consiguió conectar con el astro francés. Ancelotti volvió a optar por un medio del campo físico y por ello, otro de los reproches hacia el italiano fue la tardanza para introducir a Arda Güler al terreno de juego, al cuál le bastaron 20 minutos para ser el mejor jugador del Real Madrid en una noche que volvió a dejar en evidencia a los pesos pesados.

Con el resultado en contra y en los minutos finales, el club blanco volvió a recurrir a los centros al área mostrando de manera repetida la falta de claridad y creatividad en el campo. Con la diferencia de que este año no cuentan con un activo como Joselu que sea capaz de extraer oro en ocasiones aisladas. La conclusión de este método fueron balones colgados sin sentido ni criterio que acabaron por incendiar a la parroquia madridista.
El Real Madrid aún está a tiempo de revertir la situación y dar un golpe sobre la mesa antes de que sea tarde. Ancelotti y los futbolistas deben ser autocríticos para no volver a caer en la misma encrucijada y buscar soluciones ante los síntomas negativos del equipo.
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