Un mensaje duro pero entendible, triste pero bonito, y sobre todo, esperado. La profesión de futbolista no es un como un trabajo normal y corriente, sus carreras son cortas y a la vez intensas. Aunque es cierto que ahora estas pueden prologarse algo más, siguen sin ser empleos de por vida. Eso ha pasado con Andrés Iniesta, su tiempo de cuidar a la redonda, como futbolista, ya ha pasado. No se sabe muy bien cuál será el futuro del «Ilusionista», pero él mismo lo desvelará este próximo 8 de octubre en un acto en Barcelona, la ciudad que le vió convertirse no solo en hombre, sino en erudito del balón.
¿Quién fue, es, y será Andrés Iniesta Juncal?
El chico de Fuentealbilla era, como decía su compañero de aventuras Xavi Hernández en la carta que le dedicó, «un líder silencioso». Porque el mítico 8 del Barcelona era un jugador «clutch», como dirían en baloncesto, un tipo que aparecía en los momentos importantes. Tendría miedo de perder el balón, pero aún así lo pedía. Porque eso es Andrés, un tipo con caracter que no grita, no hace aspavientos, lo que hace es hablar con la pelota. Al contrario que otros futbolistas él pedía que se la pasaran, daba igual la complejidad del partido, Iniesta quería coger a la redonda de la mano y pasearla por el campo. Estos aspectos hacen que a «don Andrés» se le recuerde tanto por su persona como por su juego, ya que era un chico empático, un ganador que cuando perdía no se avergonzaba de pedir ayuda, un tipo altruista que pensaba en los demás tanto o más que en sigo mismo; reflejandose sobre todo en el campo. En definitva, Iniesta daba la sensación de no solo ser tu compañero, sino también un amigo dentro del cesped.
Sus virtudes
Además de liderazgo en momentos difíciles, Andrés es sinónimo de versatilidad. Un mediocampista capaz de ser un 8, un 6, un 5, un 10 o incluso de jugar pegado a la línea de cal. Es el futbolista que todo DT quiere tener, ya que Andrés jugaba donde le pusiesen. No obstante, Iniesta también era un ejemplo de compromiso en el campo porque jugaba según lo que necesitara el equipo: si faltaba fluidez, bajaba a la base de la jugada, si había que recuperar balones, allá que iba, y si la zaga rival era hermética él cogía la pelota y se inventaba jugadas para que sus compañeros aprovecharan los espacios. Un hombre de equipo en toda regla.
Su carrera fue progresando y eso además de títulos trajo consigo apodos: Magic Iniesta, Cerebro Iniesta, El de Fuentealbilla, El Caballero Pálido, y uno de los más reconocidos mundialmente, El Ilusionista. Este último mote hace referencia a su forma de dejar rivales en el camino, cualidad surgida tras meter en una batidora filigranas, posicionamiento, visión de juego, jugar con la cabeza levantada, potencia física y capacidad asociación, creando un mediocampista ridiculamente excelso. Fijense si este chico era bueno regateando que hasta comparte hitos con Zidane, Leónidas, y otros muchos «cracks». Pues hoy en día cuando alguien esa filigrana la gente piensa en «la ruleta de Zizou, la bicicleta de Leónidas», y en el caso del español «la croqueta de Iniesta».
Estas son caracteristicas que se entrenan día a día pero al igual que decía Xavi, en la carta antes mencionada, cuando vio por primera vez jugar al manchego: ‘Joder, es cuatro años menor que nosotros, pero este chico lo lleva innato’. Eso es lo mínimo que puedes decir de alguien que tiene los recursos para aparecer y desaparecer en un instante, para hablar menos que las piedras en el vestuario y soltar monólogos en el cesped, y sobre todo, como solo hacen los mejores en este bello deporte, detener el tiempo alrededor suyo. Oh don Andrés, los verdes prados repletos de cal no serán lo mismo sin ti.
Las noches en las que el fútbol se enamoró de Iniesta
Stamford Bridge
Al igual que todo genio de este deporte Iniesta tuvo momentos en lo que su nombre resuena por si solo en el corazón de los hinchas. Días como el de Stamford Bridge, donde según Carlos Martínez «el Dios del fútbol» se personificó en don Andrés y bajó a hasta la capital inglesa con ese zapatazo inapelable que Petr Čech solo pudo seguir con la mirada. Un gol llegado en el último suspiro de un Barça que iraba más de épica que de juego.
Johannesburgo
En Sudáfrica, contra los Países Bajos de Robben, Sneijder, Van Persie y compañía, el blanquito de Fuentealbilla guió a una selección española, que nunca había disputado el partido más importante en el planeta fútbol, a levantar su primera, y única hasta la fecha, Copa del Mundo. Porque la pegada de Iniesta tenía el extra de que podía abrazar los corazones de los aficionados, y así lo hizo en Johannesburgo cuando el silencio sonó en sus cabeza, cuando un estadio entero se quedó callado, y cuando en ese instante el balón y la portería fueron todo para él. Ese fue el día que todo un país lloró, el momento en el que toda España gritó, como dijo Jose Antonio Camacho aquel 11 de julio de 2010, «Iniesta de mi viiidaaa».
Italia 2012
Aquella Eurocopa fue un punto culmen en la carrera del manchego; elegido MVP de dicha EURO y Mejor jugador en toda Europa. La exhibiciones de Andrés ese año fueron de escándalo, pero esa Eurocopa, y esa final, serán recordadas como uno de los mayores zénits a los que puede llegar un «playmaker». Ante Italia, El Ilusionista demostró el inmenso abanico de recursos que el artista nacido en Albacete y criado en Barcelona tenía a sus disposición.
Último partido en Liga
El recital final, en el Camp Nou, contra la Real, con toda su gente aplaudiento y vitoreando su nombre. El ocho infinito se despidió un 20 de mayo del 2018 en un Camp Nou repleto de pancartas agradeciendo todo lo que el chico de Fuentealbilla le había dado al club de sus amores. Y aunque por aquel entonces no se retiraba, todos sabían que ya no sería lo mismo, que una etapa inolvidable se cerraba esa misma tarde en la ciudad condal.
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