Crónica | UD Almería 2-0 Burgos CF: Victoria inquebrantable pese a la expulsión

Inquebrantable, sólido, indomable y combatiente. Así se presentó la UD Almería, que, con un soldado menos desde el minuto 38, resistió como una fortaleza en el desierto. Enfrente, un Burgos irreconocible, distante de la imagen de otras jornadas y aún invicto fuera de casa. Las condiciones eran propicias, como una corriente que empuja al navegante hacia puerto seguro, pero el viento fue traicionero. Ni tres puntos, ni uno solo pudieron rescatar los hijos del frío en el abrasador desierto almeriense. Con el empuje de los suyos, el Almería se llevó la victoria, mostrándose con más calidad, coraje y solidez que un Burgos desdibujado.

El balón comenzó a rodar en el rebautizado UD Almería Stadium, donde los locales asumieron el protagonismo desde el pitido inicial. Fueron diez minutos de asedio que, aunque intensos, no se tradujeron en gol. Pero el partido se estabilizó y los golpes comenzaron a llegar desde ambos lados. Cuando el Burgos empezaba a robar el papel principal, apareció un Luis Suárez pletórico. En combinación con Sergio Arribas, dejó al colombiano cara a cara frente a Ander Cantero, al que dribló con precisión quirúrgica antes de anotar el 1-0.

El Burgos, lejos de amedrentarse, mostró su lado más feroz y buscó el empate, liderado por Sancris. Pero ahí estaba Maximiano, como un guardián impenetrable, para negarle la gloria. Y entonces, el partido dio un vuelco. Sergio Arribas, ya amonestado, vio la segunda amarilla, y tras minutos de incertidumbre y consultas al VAR, se confirmó la roja directa. El Almería perdía a uno de sus baluartes, y el Burgos olía la sangre.

Los últimos diez minutos de la primera parte fueron un asedio burgalés, pero los locales, serios y sólidos, repelieron cada acometida. El pitido del descanso llegó con los más de diez mil fieles almerienses respirando con alivio, aunque la sombra de la expulsión seguía presente, susurrando como un mal presagio.

En la reanudación, Rubi demostró haber ganado la batalla táctica en el vestuario. A pesar de que no hubo cambios, el Almería mostró un orden superior al de la primera parte. Los blanquinegros intentaron romper esa estructura, pero su falta de precisión, sumada al carácter indomable de los locales, los fue achicando a pesar de la superioridad numérica.

El Burgos seguía intentándolo, pero las contras del Almería rozaban el segundo gol. Bolo reaccionó introduciendo a Morante, Ian Forns y Fer Niño, buscando vigor ofensivo, pero fue David González, uno de los pocos destellos de luz en un Burgos irreconocible, quien anotó el gol que hizo levantarse a los suyos. Sin embargo, el éxtasis fue efímero: la bandera del fuera de juego apagó la esperanza.

Con el tiempo en contra, los burgaleses buscaron desesperadamente un tanto que les otorgara al menos un punto, pero fue el Almería quien puso la estocada final. En una contra letal, Álex Pozo aprovechó un rebote, encaró y, con una definición sutil de exterior, derrotó a Cantero, poniendo el 2-0 en el marcador.

Siete minutos de añadido no fueron suficientes para un Burgos que, aunque persistente, continuó mostrando la misma imprecisión que lo había lastrado todo el partido. El Almería, en cambio, volvió a demostrar su solidez defensiva, con Maximiano erigiéndose como un muro inquebrantable bajo los palos.

Inquebrantable desde el principio hasta el final, la UD Almería resistió como una fortaleza en su coliseo, recordando que, aunque en inferioridad, la batalla se gana con corazón y coraje. Lo que comenzó como una lucha titánica entre dos fuerzas opuestas, terminó con un Almería sólido e indomable, que no solo combatió, sino que superó con calidad a un Burgos que, lejos de sus mejores días, se fue apagando hasta el pitido final.

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