El regreso del Chimy a la que era su casa hasta hace poco no fue el esperado. Mientras que a su compañero Abde, que también militó en las filas del CA Osasuna, sí lo recibieron con aplausos y cariño, a nuestro protagonista no le cayeron más que pitos e insultos. A pesar de la decepción que se llevó el punta albiceleste, no se mostró rencoroso ni molesto con la afición rojilla, nada más lejos de la realidad: «Venía con otra ilusión, pero no guardo ningún rencor; seguiré siempre enamorado de Osasuna y su gente«
Durante los cuatro años y medio que pasó el Chimy en Osasuna, dejó 29 goles, 10 asistencias y dos graves lesiones de rodilla. Sin embargo, más allá de los números, la raza y entrega que mostraba el hispanoamericano en cada choque, forjó un gran sentimiento de comunión entre afición y delantero. Un sentimiento que según pudimos ver el pasado sábado en El Sadar, se hizo añicos tras su marcha al club sevillano. No obstante, el aprecio por la ciudad y su gente sigue latente por parte del jugador: «Es una mezcla de sensaciones. Ya saben el cariño y el amor que siento por la afición, lo bien que lo pasamos acá. Estoy un poco desilusionado por los pitidos y por los insultos, pero entiendo cómo funciona el fútbol. No guardo ningún rencor, sino que seguiré siempre enamorado del CA Osasuna y de su gente, pero me partió el corazón lo de ‘Chimy, muérete’«. Muestra de su buena relación con la gente del club fueron las bromas con Sergio Herrera durante el transcurso del partido. El bético reconocía más tarde en sus declaraciones el cariño que le profesa al guardameta rojillo, «lo quiero mucho… más allá de lo que se vea fuera, somos una familia«.
La acción clave que hizo estallar el odio en la afición local, fue el tanto del 1-2 que anotó el propio Chimy, y no solo el gol, sino la celebración del mismo, provocando todo tipo de cánticos, peinetas e insultos hacia el «9». Así se justificaba el rosarino en DAZN tras la finalización del encuentro: «No sé si fue una celebración de emoción o de tristeza. Si la gente lo tomó así, pido perdón, pero pido a la gente que se ponga en mi sitio. Volvía a una ciudad que uno ama tanto, que mi familia ama tanto, en la que nació mi hijo, y que te reciban así… Venía con otra ilusión; durante toda la semana estuve explicándole a mis hijas que a su papá lo iban a aplaudir. Salió mal en ese sentido, pero, por otra parte, me voy feliz por que el Real Betis se va con los tres puntos de una cancha tan importante como ésta». Cabe puntualizar que el festejo del gol iba dirigido a la zona de la grada que ocupaban los alrededor de 500 aficionados béticos, y no a los hinchas rivales como podría entenderse con toda la trifulca.
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