Ha tardado en llegar, pero finalmente ha sucedido. Era cuestión de tiempo que el Atlético de Madrid sufriera su primera derrota en Liga y este domingo, ante el Betis, lo inevitable llegó para rematar una semana para el olvido. El primer acto de la trágica semana tuvo su inicio en el Metropolitano con la segunda derrota en Champions, esta vez ante el Lille. Y el desenlace de la obra se culminó en el Benito Villamarín, en un nuevo partido indigno de un equipo que atraviesa una crisis profunda que recuerda a la vivida en los meses previos al Mundial de Qatar.
Es inevitable ver la situación actual del club y no pensar en que es una tendencia vigente en los últimos años, alejándose así de lo que podría considerarse un simple bache. Es la realidad, el Atlético de Madrid hace mucho que perdió su esencia guerrillera y, desde entonces, se pasea por los campos de España sin pena ni gloria. El resultado de eso está a la vista de todos, un conjunto que rara vez compite y que rara vez obtiene premio en sus salidas a domicilio.
Lo del pasado domingo ante el Betis fue una muestra más. Ante el cuadro verdiblanco se evidenció que la plantilla mantiene los problemas del pasado y que el director de orquesta deambula perdido en un mar de dudas. Solo así se entienden los continuos bandazos en lo que a alineaciones se refiere y a la nula propuesta de juego atiende. El Atlético no juega a nada, se mantiene en pie en el Metropolitano y se desvanece como un azucarillo lejos de casa.
Una defensa que hace aguas
Uno de los grandes problemas del pasado que se mantiene a día de hoy tiene que ver con la defensa. Lo ocurrido la temporada pasada dejó patente que la entidad madrileña debía trabajar sin descanso en una renovación total de su zaga. Pero, como viene siendo habitual, los tiros han apuntado en otras direcciones y ese plan renove defensivo no se ha ejecutado como debería.
Los únicos fichajes que han llegado han sido Le Normand y Lenglet. Un gran central en su mejor momento futbolístico y un descarte del FC Barcelona tras dos cesiones fallidas. Ese ha sido el esfuerzo rojiblanco para apuntalar una defensa en la que se dio mucha salida y poca entrada. Y eso, ante la necesidad imperante de un cambio total, ha quedado ya en evidencia que no es suficiente.
Porque mantener jugadores que no estaban dando el nivel como Molina o Reinildo y apostar por jugadores al borde del retiro como Witsel y Azplicueta es hacer un «all in» sin tener en la baraja una escalera de color. Y, si encima el gran fichaje defensivo cae lesionado, la herida se profundiza al mismo tiempo que la resistencia que intenta sobrevivir se desmorona.
Un barco sin timón
No es la defensa el único punto débil del equipo de Simeone, pues ascendiendo a la medular, los problemas continúan. La baja de Barrios es la peor noticia que ha recibido el Atlético de Madrid en lo que va de temporada. Sin el canterano, el barco es azotado por cualquier ola rival y no hay ningún tripulante capaz de enderezar el rumbo. Koke está de crucero vacacional y vive su peor momento en muchos años, Gallagher vio frenado su pico de forma por las rotaciones del capitán Simeone y De Paul es el guiri tumbado en la hamaca que es feliz bebiendo bajo la lluvia y al que no le importa nada.
Por si fuera poco, en un fútbol cada vez más físico, la baja de Llorente también tiene sus claras consecuencias. Ninguno de los supervivientes a la ola de lesiones destaca en esa faceta y Marcos, que tiene en su capacidad física el punto álgido, es la única vía para hacer frente a lo que, en estos momentos, sobrepasa a la medular colchonera.
Surcar los mares o quedarse varado
Podría extenderse más este análisis sobre la problemática actual de este Atlético, pero como en el fútbol, hay poco tiempo para pensar y toca volver a actuar. Este jueves hay Copa del Rey ante un equipo de Preferente Catalana, algo que podría considerarse un mero trámite, pero que, en vista de lo que sucede lejos del Metropolitano, pone en alerta a cualquiera.
El barco colchonero tiene un aviso de la proximidad de un iceberg y de sí mismo depende esquivarlo y continuar surcando los mares, o chocar contra él y quedarse varado. Nunca hay que dar nada por seguro con el Atlético de Madrid, ya se ha demostrado que los de Simeone son capaces de lo mejor y de lo peor, y esto es el cuento de nunca acabar.
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