Cogió a un proyecto en crisis, supo convivir con las derrotas y es capaz de aguantar todas las críticas. Íñigo Pérez, que en la reciente temporada ha tenido que soportar tener a toda Colombia en contra, ha dado un golpe sobre la mesa. El segundo entrenador de la etapa de Iraola en el Rayo Vallecano, está recuperando las nociones de la herencia que dejó en Vallecas el actual entrenador del Bournemouth. En este equipo, nadie es imprescindible ni nadie es más que nadie. La palabra rotación no existe y todos tienen sus oportunidades. Más allá de la opinión de un aficionado, un periodista o un simple observador, el técnico rayista está consiguiendo que nadie del grupo raje en público ni en privado acerca de las decisiones de un DT que está creando un grupo, unido y compacto, todo para una afición que nunca deja de apoyar a los suyos.
La prueba definitiva ha sido el partido de la Copa del Rey. El triunfo ante el CD Villamuriel muestra el refuerzo de un vestuario que sabe que tiene que respetar unos códigos. Por ejemplo, se ve en el caso de Raúl de Tomás. Sin jugar desde la pretemporada, ayer marcó un doblete y fue tajante en el post partido: «Siempre estoy agradecido a la afición. Paso a paso, queremos hacer algo bonito en esta Copa». Compromiso y obediente, después de todo lo que se ha dicho sobre él en el último mes. Por otro lado, durante el partido contra los cerrateños, no se cortó en dar alguna corrección a Pelayo a voces, creando incredulidad en central, que debutó con el primer equipo en partido oficial. Eso sí, toda advertencia queda en el campo, nunca en sala de prensa «Chicos como Pelayo, Etienne o Marco de las Sías han estado muy bien. Están demostrando una gran evolución», afirmaba un Íñigo con una sonrisa de oreja a oreja.

Gestión impecable
La muestra se ve en dos casos concretos. Uno es el de RDT y otro es el de James Rodríguez. En el primero, Íñigo evitó en la previa mencionar su nombre a pesar de ser preguntado por el mismo. Parece que el DT ha dejado la responsabilidad a David Cobeño para dar alguna que otra rajada. Cuando todo parecía que quizás el delantero no jugaba, fue titular y anotó un doblete. Aunque, seguramente, la gran alegría fue escuchar a un jugador unido a la causa, después de unos tiempos recientes llenos de polémica (ir de viaje a ver a un amigo torero antes de la víspera de un partido). En el segundo, Íñigo ya muestra una expresión de hierro que los periodistan empiezan a calar. La conquista de los buenos resultados hacen que para algunos sea una difícil tarea: «James tiene molestias y por eso no ha venido, esperamos que no sea nada». Sea verdad o no, Íñigo da la respuesta y no entra en detalles. Muestra la propia entereza de un líder. No deja espacio para la polémica y lo más importante: con una educación y un tono calmado que deja KO al periodista.
Su papel como comunicador empieza a cuajar en el seno de un plantel que no puede desmarcarse con alguna polémica interna en el año del centenario: «No me gusta la palabra rotación, cuento con todos según a las necesidades que pueden ocurrir en un partido», lleva Íñigo Pérez repitiendo toda la temporada. Lo ha demostrado dejando a pesos pesados como a Isi Palazón o a Óscar Valentín en el banquillo como creer en jugadores del filial que saben que pueden aportar al primer equipo: «Etienne Eto´o Marco son dos chicos que están aportando en el filial, con una actitud inmejorable, tienen nivel y ahora les toca escuchar y seguir mejorando», ensalzó el técnico tras el pase de la eliminatoria copera.
La prensa internacional o la que no está acostumbrada a cubrir toda la información del Rayo Vallecano; empieza a valorar a una figura que está creciendo de forma constante: «Íñigo es un tío justo, que no regala nada a nadie», comentaron algunos periodistas que estuvieron presentes en el partido de Copa del Rey ante el CD Villamuriel. Su psicología es la de no rendirse: «Jugué en el Nueva Balastera cuando fui jugador y, además, perdimos. Hoy quería cambiar esa tendencia». En resumen, Íñigo se está empezando a ganar un respeto tremendo para un profesional que ha tenido que picar piedra tanto en lo profesional como en lo personal.