El fútbol español vive en una actuación teatral constante de la que no saben continuar con el guion cuando llegan las malas noticias. Algo falla cuando el silencio se apodera de la evidencia. Y cuando a uno de los protagonistas se le ocurre hablar del tema, encima es sometido a un juicio sin paliativos con opiniones extremas de todos los colores y, curiosamente, sin fundamento en muchas ocasiones. Cuando el altavoz se apaga de forma intencionada con un tema sensible como el racismo, existe el riesgo de que todo se descontrole. Vinicius Junior, Cheikh Sarr, Marcos Acuña o Quique Sánchez Flores, son algunos de los profesionales que han decidido no callarse al sufrir un comentario de este tinte vomitivo. Mientras los casos aumentan, conviene recordar que siempre hay insultos, sean racistas o no. Si ustedes van a un campo de cualquier categoría del deporte rey en nuestro país, saben perfectamente que esto ocurre de forma regular. Los propios aficionados, los medios de comunicación y la industria; tienen la culpa de la sucesión continua de estos episodios que manchan la educación del resto en los estadios de España. ¿Cuántas veces han escuchado denunciar a un periodista un cántico ofensivo? ¿Cuántas veces han visto a una persona llamar la atención al personaje de turno? Por otro lado, Lucas Ocampos recibió un dedo por el ano, pero parte del público de aquel sector de grada baja de Vallecas le aplaudió la gracia. Cheikh Sarr, a pesar de la evidencia de las imágenes, tiene que estar soportando que le haya denunciado falsamente el aficionado que, supuestamente, le agredió verbalmente. Por su parte, al técnico del Sevilla se le vio afectado, pero nada pudo evitar que se pusiera en duda su comportamiento por parte de esa red social sin actuación condenatoria llamada ‘X’.
Y así, la única solución adoptada por parte del Comité de Competición; es dictar sanciones que perjudican a los clubes de fútbol como si los mismos dijeran al aficionado: «Usted, insulte a ese jugador, hostíguelo oralmente hasta que no pueda más». ¿Ayuda en algo para combatir el racismo meter una sanción de 27.000€ al Getafe? La sensación en torno a esto es la creciente indignación de las entidades deportivas. Pero, dentro de esta indignación, la misma se divide en dos grupos. Unos, denuncian. Otros, callan. Raúl Martín Presa, en una intervención en Radio Marca, definió así el castigo marcado para su rival del sábado: «Para mí eso es una auténtica locura. Es un descalabro y sobre todo una injusticia y una inmoralidad.» Sí, el presidente del Rayo Vallecano tendría que barrer muchos asuntos en su casa (la gestión de la polémica del cambio del estadio o todo lo que rodea a un equipo femenino que se está muriendo), pero en este punto, ha aplicado un sentido común notable. ¿Es consciente la RFEF lo que le cuesta generar a los equipos humildes de la tabla clasificatoria estas cantidades de dinero? Por cierto, todo esto mientras merodea, presuntamente, un aroma de corrupción y blanqueo en dicha institución; que ya veremos en que acaba. ¿Por qué los clubes de fútbol tienen que depender de unas cámaras para localizar a los agresores? ¿Por qué es el Getafe el que tiene que pagar 27.000 euros y no la persona que comete el delito de odio? Algo falla mientras el río del racismo sigue su cauce con el reflejo de una RFEF que, si precisamente carece de algo en estos momentos, es de dar lecciones de educación para la ciudadanía y de transparencia.