El equipo dirigido desde el banquillo por el porriñés Claudio Giráldez recibe menos goles y concede menos disparos que el de su predecesor Rafa Benítez con una propuesta de juego más valiente y un 63% de posesión de balón
En el poco tiempo que el anterior técnico del segundo equipo celeste lleva dirigiendo a la primera plantilla, se está observando a un Celta que trata de convertir el juego con balón en una táctica defensiva más. Esta idea puesta en práctica por el nuevo preparador no mermó las prestaciones defensivas, contradiciendo unas declaraciones de Benítez en las que este pretendía hacer ver a los aficionados que a su equipo le faltaban recursos para ganar los partidos a través de la posesión del esférico.
Cada entrenador ve el fútbol de una manera distinta
Y es que Benítez, antes de la visita del Barcelona a Balaídos, expuso ante los medios estas declaraciones: »¿Qué es jugar bien? ¿Hacer buenos contraataques o tener el 80 por ciento de posesión y encerrar al rival? Nosotros eso no lo podemos hacer, da igual que nos guste mucho. Si no vemos esa realidad, nos equivocamos». Sin embargo, los datos no le dan la razón. Desde que Giráldez cogió al equipo tras la derrota en el Santiago Bernabéu por 4-0 ante el Real Madrid, los vigueses no solo dominan la pelota, gustan más a su afición y atacan mejor, sino que además esto llevó tras de sí una notable mejora de su rendimiento defensivo. Esto lo consiguen recibiendo menos goles y concediendo menos tiros a su rival.

Una significativa mejora respecto a la etapa de Benítez
Durante el periplo del madrileño como técnico en Balaídos, el promedio de goles encajados fue de 1,5 por partido, llegando a los 43 en 28 jornadas de Liga, una cifra considerablemente superior a la que estos presentan con su nuevo entrenador, disponiendo de un promedio de goles en contra de 0,5 (1 en los dos partidos que lleva en el cargo, el concedido a domicilio ante el Sevilla por un error defensivo). Aunque no lleva mucho tiempo al frente, y no ha podido hacer gran cosa por el momento, al comparar los datos de Giráldez con los dos primeros partidos dirigidos por Benítez ante Osasuna y Real Sociedad (3 goles en contra en esos dos partidos) la media no sufre alteraciones. El nuevo técnico celeste mejora también el promedio del portugués Carlos Carvalhal en su periplo en Vigo (1,1 goles encajados en 26 partidos y 1 en los dos primeros) y el de la última etapa del argentino Eduardo Coudet al frente del club (2 en 12 partidos y 6 en los dos primeros ante Espanyol y Real Madrid)

No solo son los goles recibidos
La mejoría en defensa, pese a los riesgos de la nueva propuesta, también se ha notado en el número de disparos recibidos por el cuadro gallego. La media de tiros contrarios durante la era Benítez fue de 12,7 por partido (con un total de 357 en 28 partidos). Mientras que con Giráldez esto se ha reducido notablemente, hasta llegar a los 9,5 (19 en dos partidos). Por lo que respecta al número de disparos entre palos, el anterior técnico presenta un promedio de 4,6 por partido siendo la media de Giráldez de tan solo 3,5.
La posesión, arma letal del nuevo entrenador
En contraposición al juego de contraataque, seña de identidad de su predecesor, Claudio Giráldez pretende ganar los partidos desde el dominio del balón: »Tenemos que ser capaces de ganar los partidos desde el balón, desde el dominio territorial, avanzando más alto para robar. No tener miedo a dejar metros a nuestra espalda, ni a tener el balón en el pie. Dentro del dibujo encontrar la manera de hacer daño, saber dónde están los espacios, dónde nos puede hacer daño el rival y qué fortalezas tiene», fueron parte de las declaraciones previas al estreno del porriñés en Primera División en el Sánchez Pizjuán.
El tiempo poco a poco le va dando la razón
Los resultados y el juego mostrado por su equipo avalan sus palabras. Hasta el momento, el Celta no sabe lo que es perder con él de inquilino de banquillo, con una victoria y un empate, teniendo clara superioridad sobre el rival en la tenencia de la pelota, algo que se ha visto reflejado en sus dos partidos en Primera, siendo la posesión celeste ante el Sevilla un 61% y ante los de Íñigo Pérez esta cifra se incrementó hasta el 66%.
Algo que no ocurrió con Benítez
Con el madrileño al mando, tener la posesión fue la excepción, ya que su Celta solo logró tener el balón más que el rival en 4 de las 28 jornadas que dirigió, casualmente todos esos partidos fueron en césped propio (Osasuna, Getafe, Cádiz y Almería) y en tres de esos partidos pudo tener en algún momento superioridad numérica respecto a su rival, el del Getafe debido a la expulsión de Domingos Duarte, el del Cádiz por serle mostrada la roja al canterano madridista Víctor Chust y el del Almería disputado más recientemente por la expulsión del lateral izquierdo Bruno Langa, quien antes de la misma gozó de un disparo que se estrelló en la madera y unos minutos después de irse llegó el gol de Mingueza que daba la victoria por 1-0 a los de, por entonces, Rafa Benítez. El promedio de posesión con el exentrenador entre otros del Real Madrid y del Valencia, además del propio Celta, fue del 44%, frente al 63% de media que presentan hoy en día con Claudio Giráldez al mando.
El problema del sufrimiento en el final de los partidos parece haberse disipado
Seguramente, el mayor problema del Celta esta temporada (que derivó en el claro descontento de la afición, sobre todo en los partidos de casa que esto se vio reflejado) han sido los 15 puntos que se les escaparon debido a los tantos encajados en los últimos 10 minutos de los partidos, generalmente con el rival empujando y el Celta encerrado atrás junto a su guardameta. Hasta la mencionada visita al Real Madrid, en la que se tienen en cuenta los tres goles encajados desde el minuto 79 contra los de Ancelotti, la cifra ascendía a 16 tantos. Y desde la subida de Giráldez, no ha habido rastro de ese problema. Tanto ante el Sevilla a domicilio como ante el Rayo Vallecano en Balaídos, el Celta terminó el partido arrinconando al rival en su campo con la redonda en su poder, privando a sus oponentes de cualquier opción de hacerle daño.